jueves, junio 11, 2015


Porque ante la cortedad del ser y la lejanía de lo ansiado, siempre prevalece lo mejor de cada historia, el arribo de una tarde anhelada, el quiebre de una voz apasionada, la infinitud del placer de los sentidos... Porque sólo poseemos de manera real, todo lo vivido.

El camino de la vida
comenzaba 
en Su espalda,
en Su nuca guarecida
de distancias,
en Sus hombros
mecidos por la rabia.

Mar contra todo
avanzaba
tras Su aliento de Sol,
tras las voces enraizadas.
Un toque furtivo 
despertaba
a los habitantes 
de un abismo.

Los relieves conciliados
en el estertor de
nuestros vientes
eran miradas
reinventando
nuestros cuerpos,
luna que cantaba
en los dedos enredados.

El camino de la vida 
continuaba
en los labios
que se abrían 
con el Barro,
en látigos de miel
recreando 
los sabores,
en la textura
de Su nombre
pronunciado
entre los peces.

El camino de la vida,
inacabable,
fue arrebato
de primavera
en los capullos,
flor de tallo
trémulo
y fluctuante,
cráteres en el
fragor de un estallido.


©Sara Elena 



La foto, intervenida, es de un trozo de mar en San Salvador, y es mía©

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